En mi práctica profesional he acompañado a personas con discapacidad y dependencia y a sus familias, a las que estoy muy agradecida por su generosidad y por todo lo que aprendido junto a ellas no sólo a nivel profesional sino como persona.

​

Tampoco quiero olvidarme de todas los profesionales con los que he tenido la suerte de trabajar de formar parte de un equipo con ganas de avanzar, de aprender y con el objetivo de que la vida de todos fuera un poco más amable, valores que se han quedado grabados en mí.

​

A lo largo de estos años he vivido muchos cambios en la manera de trabajar.  En la que afortunadamente el enfoque centrado en la persona iba adquiriendo mayor protagonismo y el papel del terapeuta era el de tender la mano y acompañar con flexibilidad durante el proceso terapéutico.

​

Para enriquecer este acompañamiento comencé a formarme en teoría del apego, terapia EMDR y Counselling. Estas herramientas me ayudaron a entender con mayor amplitud las necesidades de las personas acompañadas desde un enfoque integrador y respetuoso, lo demás vino de la mano de mi propio proceso personal en el que la persona que me acompaño, me enseñó a conocerme, aceptarme, respetarme y entenderme de manera amable y compasiva a través de diversas herramientas: IFS, heridas emocionales, niña interior, trabajo psicocorporal, terapia con muñecos…

​

Me ayudó a ampliar y enriquecer la mirada ante mi persona y mi práctica profesional, en la que pude volver a sentir la magia del acompañamiento terapéutico y sus resultados, volver a confiar en mí como persona y como profesional y poder poner estos aprendizajes al servicio de los demás.

​

​